la autopercepción de la salud y de la enfermedad
Hay mañanas en las que, sin motivo aparente, sin haber participado en un maratón ni haber levantado objetos pesados, te despiertas y te preguntas: ¿Por qué me duele el cuerpo si no he hecho nada, ni tengo nada? Al acudir al médico, nos dice que estamos bien, nos hacemos analíticas y todo aparentemente está bien. Esta sensación de malestar inexplicable puede ser desconcertante, en especial cuando no hay un evento físico que lo justifique y los estudios médicos no revelan ninguna enfermedad.
El doctor Arturo Goicoechea, experto en neurobiología del dolor, ofrece en su nuevo libro Tu cuerpo habla. ¿Por qué me duele si no tengo nada? Una explicación sobre por qué podemos sentirnos enfermos, aunque estemos realmente sanos, según el dictamen de los especialistas.
En su blog, el reconocido neurólogo señala que, en su opinión, “se puede estar sano sintiéndose enfermo; enfermo, sintiéndose sano; sano sintiéndose sano y enfermo, sintiéndose enfermo”. Habitualmente un doctor se enfrenta a la situación de que sus pacientes experimentan una sensación de enfermedad, con numerosos síntomas dolorosos y debilitantes, pero para los cuales los profesionales de la salud no logran identificar una causa y el autor considera que “la obligación del profesional es la de recuperar la percepción de salud, una vez que se ha demostrado la ausencia de enfermedad. Ello requiere dedicar un tiempo a explicar por qué puede uno sentirse enfermo estando sano. Ese objetivo no siempre se consigue con las terapias sintomáticas (calmantes, somníferos)”.
A lo largo de su obra, Goicoechea comenta que percibimos el cuerpo que creemos tener. El organismo se autoorganiza y se adapta al entorno en el que le toca vivir
Lo que les funciona a algunas personas y experimentan un cambio, esa “experiencia no es la madre de la ciencia, sino el experimento, que es otra cosa muy distinta”. Las expresiones: “en mi experiencia o a mí me funciona”, son dos argumentos engañosos de los que conviene librarse si queremos lidiar con el mundo real. Vale la reflexión tanto para profesionales como para quienes lo padecen. Tampoco es válida la conclusión de signo contrario: A mí no me funciona, luego esto que me propones no es cierto, en mi caso”, expresa el doctor Goicoechea.
A golpe de error-ensayo-error, se aprende a atribuir un valor positivo o negativo a cada acción en cada escenario y va tejiendo, de forma inconsciente, un relato que se proyecta en la pantalla de la conciencia como una película. Vivimos con la convicción de que esa película refleja directamente la realidad, externa e interna. Sin embargo, lo que recibimos en esa pantalla no siempre se ajusta a lo que en efecto sucede. Un cuerpo sano puede aparecer en el relato como enfermo. Es una película de ficción, pero para quien lo padece (el espectador) revela una realidad interna, que no puede ver con sus propios ojos.

En el libro se pone énfasis al tema de lenguaje que lo define como “una hormona compleja que actúa sobre receptores (organismos, Yoes) que aceptan su mensaje, a veces sin molestarse en comprenderlo o cuestionarlo”
Para el doctor, “el lenguaje forma parte de las funciones del organismo; es lo mismo que está regenerando células de la piel y está haciendo muchos trabajos de mantenimiento y está construyendo continuamente, utilizando el lenguaje para hacer actualizaciones de ese relato que está construyendo. Ese relato aparece en la pantalla de la conciencia a través de las palabras. También están los síntomas, y si aparece el “me pica en el antebrazo”, también aparecen las palabras de “sientes picor aquí y ráscate”. Literalmente el organismo nos está hablando, y cuando estamos pensando, es porque está utilizando el lenguaje. A través del lenguaje entra mucha información de expertos que puede hacer que el organismo, si valida esa información, actúe como si lo que le han contado fuera cierto. El lenguaje es una herramienta poderosísima que realmente sirve para liberarnos de una cosa para adquirir un conocimiento útil, y otras para encerrarnos en una historia, un bucle que no nos lleva a ninguna parte. Escucha al organismo porque te está hablando con palabras, con los síntomas, pero el síntoma contiene un discurso en palabras”
Además, hace referencia a que, desde una perspectiva cultural, existe una normatividad que influye en la percepción de bienestar, “un relato sobre el bien y el mal, para el individuo y para el grupo. Es probable que la caja negra se conforme de acuerdo con esa normativa. Si todo va bien, viviremos sin sobresaltos. Si la cosa se tuerce, la caja negra seleccionará alguna correlación como causa, a veces con acierto y otras sin él”, agrega el autor.
De igual forma, afirma que “tendemos a analizar los componentes de un sistema biológico como si fuera un objeto, por ejemplo, un reloj o un coche. Buscamos la pieza defectuosa, el fallo puntual” y que “el organismo no siempre es analizable así”. Continúa diciendo que “todos los componentes están estrechamente vinculados bidireccionalmente y una vez descartada una causa concreta, una infección, un traumatismo, una quemadura o congelación, falta de oxígeno…debemos analizar y modificar el relato. Apoyándonos en esta nueva convicción de que todo está en orden y debemos recuperar la actividad normal.
El autor
Arturo Goicoechea nació en el año 1946 en Mondragónen, municipio de la provincia de Guipúzcoa, en el País Vasco. Se licenció en Medicina en la Universidad de Valladolid y se especializó en Neurología en los Hospitales de San Pau y Bellvitge de Barcelona, en 1978. En el mismo año, creó y dirigió la sección de Neurología del hospital de Santiago de Vitoria, permaneciendo en dicho cargo hasta la jubilación, en 2011. Inicialmente dedicó una atención especial al alcoholismo crónico. Más adelante se centró en la investigación de los llamados «síntomas sin explicación médica», desarrollando un marco teórico centrado en la hipervigilancia y en la influencia de la información experta.

Ha publicado Jaqueca, análisis neurobiológico de un dolor irracional (2004), Migraña, una pesadilla cerebral (2009), Desaprender la migraña (2019) y Sapiens, ma non troppo (2020).