Vivimos en una era donde el poder del pensamiento positivo es exaltado como la panacea que resolverá todos nuestros problemas. «Mantén una actitud positiva», nos dicen. «Visualiza tu éxito», añaden otros. Y aunque no hay duda de que el pensamiento positivo inflye grandemente en nuestro bienestar mental, y yo creo en esto, existe una trampa insidiosa en la que muchos podemos: creer que pensar positivamente es suficiente.

Solamente pensar no es suficiente

Pensar positivamente, sin hacer nada más, no siempre funciona. Alguien comparó este pensamiento positivo sin acción en consecuencia a entrar en una habitación llena de telarañas y repetir constantemente «no hay telarañas, no hay telarañas». Sin duda, esta afirmación positiva puede calmarte, pero las telarañas no van a desaparecer. Podría ser suficiente tu el objetivo es cruzar esa habitación rápidamente sin miedo a mancharte, pero no sirve de nada si tu objetivo es limpiarla. Si tu meta es una habitación limpia, coger el plumero, la escoba y el recogedor y atacar las telarañas, tu actuación, es lo que va dar resultado.

Sin actuar en consecuencia, el pensamiento positivo es como una semilla que nunca se planta; tiene potencial, pero nunca florece.

El pensamiento positivo es apenas el comienzo. Es una chispa que enciende el fuego, pero no es el fuego en sí mismo. Sin dar pasos proactivos, nuestras esperanzas y sueños permanecen exactamente eso—esperanzas y sueños.

Dar pasos proactivos

La verdadera transformación se produce cuando combinamos el pensamiento positivo con acciones concretas. Al tomar medidas proactivas, convertimos nuestra mentalidad positiva en resultados tangibles. Aquí es donde reside el verdadero poder.

Creo en el pnesamiento positivo encunato a que una acción positiva suele nacer de una idea positiva. Las personas que visualizan sus metas positivamente y luego construyen un plan de acción claro, y lo siguen, no solamente tienen más probabilidades de alcanzar sus objetivos, sino que también reportan mayores niveles de satisfacción personal y profesional.

Reflexión personal

Yo me considero una persona positiva, y las personas que me rodean siempre comentan la facilidad que tengo para ver el lado bueno de las cosas y el camino de salida de los problemas. Pero no siempre he sido una persona activa. Visualizaba mis metas, pero siempre pensaba que me faltaba algo y me decía que debía esperar al momento oportuno para conseguir que las cosas mejoraran; rara vez tomaba medidas concretas para realizarlas.

Fue solo cuando me di cuenta de que sólo me dedicaba a soñar con el futuro y no estaba viviendo en el presente que comencé a hacer cosas pequeñas a diario—como establecer rutinas, buscar oportunidades activamente y no dejar las cosas para mañana—que vi un cambio real.

Ese cambio no fue instantáneo, pero fue constante. No noté nada al principio, pero al repasar algún tiempo después lo lejos que había llegado, me llevé una sorpresa muy agradable. A partir de ahí, he sido consciente de que cada paso, por pequeño que sea, me acerca más a mis objetivos, y cada éxito incrementa mi motivación para seguir adelante.

Como la pereza es mi pecado capital, el pensamiento positivo que usé para motivarme y salir del marasmo es «¡Hazlo ahora!» y es lo que todavía uso cuando me enfrento a una tarea que no me atrae demasiado.

Es mejor pasar el mal trago rápidamente que martirizarme durante horas pensando en que lo debería hacer.

Entonces, ¿qué puedes hacer tú? Primero, sigue pensando positivamente. Mantén esa chispa viva. Pero más importante aún, actúa. Define tus metas, establece un plan de acción y toma pasos concretos, por pequeños que sean. La verdadera magia ocurre cuando pensamientos y acciones trabajan en armonía.

Algo que saqué de las clases de filosofia en el colegio, y que he mencionado más veces, es que una idea es la semilla de una acción. Acciones repetidas se convierten en un hábito. Una serie de hábitos definen una vida. Si aplicamos el positivo, una aidea positiva es la semilla de una acción positiva, la repetición de acciones positivas crea un hábito positivo, y una colección de buenos hábitos se convierten en una buena vida.

Piensa y actúa

En resumen, el pensamiento positivo es fundamental, pero solo es el primer paso en el camino hacia el éxito. Sin acción, nuestros pensamientos permanecen inertes, incapaces de transformar nuestra realidad. Piensa en positivo, sí, pero recuerda siempre seguir ese pensamiento con pasos proactivos. Ahí es donde reside el verdadero poder de la transformación.

La combinación de una mentalidad positiva y acciones decisivas puede transforamr tu vida de una forma que nuncas podrías lograr solo con pensar positivamente.

Que este sea el momento en que tomes esa chispa de positividad y la conviertas en un fuego de acción decidida. ¡Ve y limpia esas telarañas!