Planta alguna planta

Planta algo aunque sea en una maceta. Te sentirás más en sintonía con la naturaleza.

Tal vez no creas ser un gran jardinero, pero merece la pena intentarlo. Después de sembrar, nutrir y ayudar a crecer a una planta, te sentirás una persona diferente cuando te mires al espejo.

Atacar nuevas tareas hace desaparecer el aburrimiento y te hace sentirte bien, y si puedes cultivar un jardín, ¿qué no podrías hacer? Tu autoestima subirá mucho.

Cultivar una planta te hace concentrarte en algo concreto y te marcas una meta asequible a conseguir. Tendrás que pararte y concentrarte en el presente, olvidando la preocupación por el futuro. Y el hecho de trabajar con un objetivo claro, y de forma que tu controlas el proceso, ayuda a reducir la ansiedad y el estrés.

Además, te sentirás más feliz al ver crecer y prosperar a tu planta. Te sentirás doblemente feliz si tienes un jardín, por pequeño que sea. Ensuciarte las manos con tierra puede hacerte sentir como un niño que juega e inhalar mycobacterium vaccae (una bacteria saludable que vive en el suelo) puede aumentar los niveles de serotonina y reducir la ansiedad.

Todo eso de preparar la tierra, sembrar, regar, trasplantar, mover macetas, podar y arrancar además de producir plantas, incrementa tu destreza manual. Y si le añades cavar y mover la manguera por el jardín, también aumenta la fuerza de manos y brazos, y es un magnífico ejercicio, además de ser un pasatiempo entretenido.

Ayudarás a conservar el medio ambiente, si escoges métodos biológicos y escoges cuidadosamente los productos que usas como abonos y pesticidas.

Y si cultivas plantas comestibles, cultivar tus propios alimentos te puede ayudar a comer más sano. Si comes lo que cultivas, serán alimentos cosechados en el momento óptimo y muy frescos, realmente de la granja a la mesa en cuestión de minutos.

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