Ojeando las noticias de acá y de allá en la web, he leído que nueve de cada diez de nosotros nos sentimos bajo presión en algún momento todos los días, según encuestas recientes a diferentes grupos de adultos. Y enfrentamos el estrés de diferentes formas.
Una de las encuestas encontró que el yoga o la meditación no son las opciones preferidas para bajar el estrés, por muy efectivos que sean estos métodos. Entonces, ¿cuáles son las mejores formas de aliviar la ansiedad que podemos usar a diario? Realmente se trata de reducir el cortisol, la frecuencia cardíaca y la tensión en el cuerpo, además de sentirnos relajados, sin tener que empezar con el yoga.
Pues bien, aparentemente leer y escribir pueden conseguirlo.
Relájate con un buen libro
Leer un buen libro puede reducir tu frecuencia cardíaca en seis minutos, dicen. Supongo que si ese buen libro es una historia positiva se consigue un mejor resultado que si se escoge una historia de terror, y que leer un periódico lleno de malas noticias tampoco ayudaría. No se trata de leer por leer, sino escoger un libro que distraiga al cerebro de los pensamientos ansiosos y negativos.
Si has escogido el libro bien, basta con sentarse a leer un buen libro durante solamente seis minutos para que el estrés se reduzca cerca del 70% y reducir a su vez la frecuencia cardíaca y la tensión muscular.

Además, anima a tus hijos a leer libros que les gusten, pues leer por placer durante la infancia está relacionado con una mejor cognición, salud mental y estructura cerebral.
Lleva un diario y desahógate escribiendo tus pensamientos
Escribir las cosas, tanto las buenas como las malas, puede ayudar a reducir el estrés.
Se han hecho estudios en los que se ha comparado los niveles de ansiedad antes y después de escribir, comparando los resultados de personas a las que se les pidió que escribieran sobre las experiencias más maravillosas de su vida y los de personas a las que se les pidió que escribieran sobre experiencias neutrales y ordinarias. Los resultados mostraron que los niveles de ansiedad no solo eran más bajos después de escribir sobre las experiencias positivas, sino que también se mantenían más bajos durante hasta cuatro semanas.
Así que esa recomendación de que antes de dormir te pares a escribir las cosas por las que sientes agradecimiento y lo bueno que te ha pasado durante el día puede que no sea simplemente cursilería, sino algo que puede ayudarte a mantener tu salud mental y sentirte mejor. Y si de vez en cuando añades alguna experiencia extraordinariamente buena, aunque no hubiera ocurrido ese mismo día, el efecto se prolonga durante semanas.
Y desahogarse al final del día escribiendo pensamientos negativos también puede ser beneficioso. Escribir tus preocupaciones te ayuda a llevar un registro de las cosas que temes y que no te gustan. Lo normal es que las personas acaben por darse cuenta de que la mayoría de las cosas que temen o les generan ansiedad no llegan a pasar nunca.

Creo que esto no suele ocurrir de la noche a la mañana, y que debe llevar un poco de tiempo. Al menos no en mi experiencia. Cuando mis hijos decidieron moverse en bicicleta para no generar más polución, el pensamiento de los accidentes que podrían tener en medio del tráfico que tienen ciudades como Londres o Madrid no era muy tranquilizador. De hecho, creo que la primera vez no fui capaz de hacer nada hasta que volvieron. Ahora, cuando salen pienso que si en dos años no han tenido ningún accidente ¿por qué van a tenerlo esta vez? y puedo seguir con mi vida, más o menos. No es que todo sea todavía paz y tranquilidad por eso de que tanto va el cántaro a la fuente que al fin se rompe.
Quizás si hubiera escrito mis bendiciones y preocupaciones todas las noches, a estas alturas no sentiría ninguna ansiedad sobre ese tema. Bueno, nunca es tarde para empezar.